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Vanesa Coniberti siempre apostó a un mejor vivir. A un futuro feliz con su pareja. Sin insultos, sin agravios, sin golpes. No pedía más que eso. Respeto. Eso quería. Y nunca pasó.Por eso escapó de él y abandonó la casa que compartían en Arco, barrio Güemes, en cercanías de General Rodríguez.Hoy ella vive con su pequeño de 5 años y con el miedo: al agresor se le venció la restricción perimetral y la justicia no actúa."Durante cuatro años me callé la boca. Pensé que iba a cambiar”.
A Vanesa (39) no le hace falta forzar su memoria para traer esos oscuros recuerdos. “Un día me agarró del cuello, me levantó y me dejó los pies a 20 centímetros del suelo”.
Ese episodio es lamentablemente un solo ejemplo del infierno que vivió en compañía de Raúl Pandiani (42), con quien tuvo a Matías hace cinco años.“Durante el embarazo también me pegaba”, agrega. “Se iba a pescar y cuando volvía, borracho, se la agarraba conmigo”, sigue.
Sin embargo, no fue la mejor idea. “Todos los días eran discusiones. Siempre algo le molestaba. Y cuando me pegaba, lo hacía hasta desfigurarme la cara”, siguió diciendo.
Ella, que ante los golpes de Pandiani se mostraba indefensa, estuvo junto a él este tiempo “por la plata. Yo no me podía ir porque no tenía para darle de comer a mi hijo. Hasta que, hace cuatro meses, esperé que se vaya a trabajar y me fui de la casa. Se la dejé toda amueblada. Ni un peso le toqué”, aclara.Lo único que quería era vivir. “Pensé que iba a cambiar”, subraya. [poll id="2"]Su hijo no lo quiere verPero el calvario no lo vivió sólo Vanesa. Matías, más de una vez, presenció escenas violentas protagonizadas por su papá, quien “una vez tiró a nuestro hijo contra la pared y hoy Raúl me reclamó verlo. Mati lo quiere matar. No lo quiere ver”. También, según consta en la Fiscalía 5 de Moreno, el chiquito de 5 años fue manoseado por Gabriel, el hijo de 17 años que tiene Raúl Pandini.“Estuvo viviendo con nosotros un tiempo. Los médicos constataron que Matías fue tocado”, agregó Coniberti, quien vive con miedo.“Hace unos días lo vi a Raúl. Me miraba y sonreía. Se terminó la restricción perimetral y ya no sé más qué hacer”, imploró.