En una nota publicada recientemente por La Nación, José Moreno, presidente de La Serenísima, se refirió a la situación crítica que vive SanCor, principal competidor.
La cooperativa láctea, que emplea a casi 4000 empleados y exporta a 30 países, suspendió la actividad en cuatro plantas de producción de las localidades santafesinas de Brinkman, Charlone, Moldes y Centeno; y la tensión va en aumento por la posibilidad de despidos de más de 500 trabajadores.
Su crisis financiera viene de hace varios años y se agravó en el último tiempo. En 2016 registró pérdidas por más de 2400 millones de pesos (antes habían sido 447 millones en 2015 y 263 en 2014), y debió deshacerse de su línea de producción de yogures y postres para sanear sus cuentas.
La caída en su producción de leche fresca, en conjunto con las inundaciones que afectaron la cuenca lechera santafesina y el negocio con Venezuela, cuando durante la gestión kirchnerista, se convirtio en uno de los principales exportadores de leche en polvo a aquel país y ahora el gobierno venezolano le debe más de 1000 millones de pesos.
Por todo eso, en los últimos días ha trascendido que hace poco más de dos meses, el grupo lácteo más importante del mundo puso sus ojos en SanCor con intenciones de comprarla.
Se trata de Lactalis, una empresa de origen francés que factura 17.000 millones de euros al año, tiene 75.000 empleados y 220 fábricas en 43 países. Según publicaron algunos medios nacionales, hubo un contacto entre emisarios de la compañía y directivos de la cooperativa, que no dieron respuesta aunque acordaron mantener el diálogo.
¿Que opina La Serenísima?
A La Nación, Moreno le dijo: "
Lo estamos viviendo con preocupación, porque es un hecho que va a terminar afectando a todo el sector, que ya se encuentra en un estado crítico muy profundo. Me trajo algún grado de tranquilidad una comunicación que hoy hizo la compañía diciendo que está trabajando muy intensamente en la búsqueda de soluciones y que tiene dos o tres alternativas para llegar a esa solución".
Según el ejecutivo, "
el sector llega a este estado crítico por varias razones que se dieron simultáneamente: la necesidad de modificar la política económica, con la modificación del tipo de cambio; la quita de retenciones a determinados sectores del agro, como el maíz, que tiene una incidencia directa; el crecimiento del precio internacional del maíz. Todo esto junto con un problema climático fenomenal en marzo y abril de 2016 no nos dejó salir de un proceso tumultuoso que terminó de complicarse en enero con las nueva inundaciones que afectaron la cuenca productora central".
Sobre la venta de parte del paquete accionario que debió hacer La Serenísima y otras grandes marcas del sector, apuntó: "La realidad es que hoy la lechería argentina tiene un nivel de producción igual al que tuvo el país en 1996. Desde entonces, durante 20 años,
la Argentina estuvo estancada en la producción de leche, pero la industria, pensando que eso iba a cambiar, sumó capitales extranjeros (franceses, canadienses, peruanos) que hoy compiten por la escasa materia prima que existe, es decir, se achicó la torta y los comensales somos más. Por eso hay que trabajar mucho en eficiencia. Nuestra transacción de hace un año y medio [la venta del 25% a Arcor por US$ 60 millones, que luego aumentó al 33,5% por otros US$ 35 millones] fue parte de un plan que diagramamos para los próximos 10 años de la compañía".
Por último, expresó su optimismo. "
Todos nuestros planes están hechos sobre una Argentina produciendo 15.000 de litros de leche dentro de 10 años y no los 9000 millones que produce hoy", concluyó.