Compartí en las redes
Así como en 2012 tuvimos un tornado y varias inundaciones, los fenómenos climáticos ya tenían un antecedente grave de un 10 de mayo, pero del año 1993, donde la ciudad quedó marcada por la caída de un granizo tan grande y persistente que generó muchos destrozos. (fotos ilustrativas)Esta nota es para recordar, como muchos, lo que sucedió hace justo 25 años, en esta ciudad. Con apenas 9 años, viviendo a más de 50 kilómetros, mi padre viajaba diariamente a trabajar en Gral. Rodríguez. El 10 de mayo de 1993 no habían celulares para saber cómo estaba mi papá. Nos enteramos por la TV, que en Gral. Rodríguez había sucedido una anomalía ambiental que hoy, con el tiempo, sería un mero aviso de un cambio climático que terminó sentando una base en el distrito. En los ojos de este periodista, otrora un infante, este suceso quedó marcado por las profundas huellas en la chapa y la falta de una luneta de un Fiat 147 que servía de transporte a mi padre. De modo que más allá de los relatos de familiares y conocidos, no podría dar un detalle exacto de la dimensión de aquella tormenta matinal que dejó más huellas en la memoria de la gente, que en las chapas y toldos, algunos de los cuales todavía deben guardar algún relieve para la historia. Ese miedo que genera no saber cómo está un familiar, cómo está tu casa, tu comercio, eso, es una huella que no se saca con un "sacabollos". Eso quedará para siempre en la memoria de los rodriguenses.Lo cierto es que no hay fotos a las que hayamos podido acceder y sería muy importante si alguno de los lectores tiene, para agregarlas a esta nota histórica, de 25 años más tarde (pueden enviarla al e-mail lapostagr@gmail.com).En cuanto al detalle puntual, le pasamos la pluma a un seguidor del medio, muy afecto a la historia, que relató con sumo detalle lo vivido en aquella jornada recordada por muchos adultos, no como "el día del granizo", sino como "el día de la piedra del '93". Dos minutos de lluvias y ventiscas y luego granizó en forma de huevos un poco menor que los de una gallina, empalmados por masacotes de hielo. Sobre el patio del Viejo Colegio Nacional, caían como metrallas, rebotaban haste tres veces y perforaban los vidrios de los salones explotando las esquirlas. Salones aún originales de sus tiempos de hospital. El ruido sobre chapas y techos ensordecía al máximo, los gritos más fuertes no se oían en la tempestad. ¡A los 15 minutos todo colapsó! El granizo cortó cables de electricidad, teléfono, abolló como viruela cientos de autos, cloacas y sumideros devolvían el agua con una altura de hasta 25 cm.
Era un caos. Se supo de gente golpeada por el hielo por no alcanzar a cubrirse. Después de 35 minutos terminó abruptamente. El agua tapaba cordones y veredas con el hielo granizo flotando, dando dentro del desastre un marco hermoso. La Plaza san Martín conocida como "plazita azul" (derivada de ser la Plaza Sur, o del Sur), estaba totalmente cubierta de agua, unos 20 cm con el hielo haciendo lentos remolinos y vapor que formaba una nubecilla de aroma a sabia, pese a la gran cantidad de hojas y ramas en el suelo y a merced del agua el aroma provenía de uno de los componentes del granizo cuando se derrite lentamente.
Todos levantaban trozos de entre 100 a 150 gramos de peso, siempre en forma de huevos ensamblados entre sí. Se vieron algunos de 180 a 200 gramos. En la Universidad de Luján, se asegura que guardaron un trozo cercano a los 400 gramos. Uno de los declives naturales de nuestra ciudad, la esquina de Manny y Páez, donde las tormentas formaban lagunas, se inundó más que nunca, con el agravante de que un circo, esa mañana daba función para cientos de alumnos de primaria. El granizo agujereó la lona y puso en pánico a una elefante, que casi se suelta del todo, los niños corrían y las sillas rodaban, no había mas que esperar que parase el temporal e ir hacia la parte alta de las vías. Las avenidas como B. de Yrigoyen estaban anegadas con el agua sobre los cordones y el escurrimiento era lento. La Serenísima sufrió daños, el chalet de dos pisos de la esquina Av. España y Moreno, de estilo Mar del Plata con tejas rojas de 1.949, sufrió la destrucción de todo su techo, allí cayó un granizo que resguardado en el entretecho estuvo entero una semana.
Hacia el lado de la Serenísima y pasando el Acceso Oeste, todos los techos sean de chapa metálica o fibrocemento, fueron destruídos o severamente dañados. Como el hielo se acumulaba en pequeñas lomadas y tardaba mucho en derretirse, muchas estructuras se doblaban casi al punto del derrumbe.
Hacia el lado Sur, frente a la escuela Javier Tapié, las columnas de hierro reticulado de la sodería Rebollo se doblaron hasta formar una panza sobre la instalación. A metros de la segunda entrada del hospital V. Lopez, los hermanos Parlante, que estaban en su herrería de techo de chapa, vieron tantos destrozos y mudos por el "bombardeo" ensordecedor, se refugiaron debajo de un puente de la ruta 24 donde permanecieron largo rato con el agua al pecho.
Más de la mitad del radio urbano suburbano Norte-Sur dirección al Nordeste, fué muy dañado, techos de chapas y fibras se desmoronaron con sus cielos rasos en forma de embolsados. A la noche, tipo 22 hs, la plaza de la basílica estaba toda cubierta de ramas destrozadas, y casi nadie circulaba por cuadras y cuadras de la ciudad sin luz, en varias zonas con anegamientos producto de los diques formados por la tormenta, era la calma después de la tempestad.
Durante casi 5 años después, veríamos los autos abollados como picadura de viruela que parecían decir " yo estaba a la intemperie el 10 de Mayo de 1.993".