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Paco, el loro reconocido de la semilleria "El Silencio" murió y nos dejó una historia que marcó a todo General Rodríguez. Acá te contamos cómo fue su vida, sus costumbres y lo que los vecinos quieren hacer para conmemorarlo.Por Rayza Bueno
Sobre la Avenida San Martín 335 se encuentra la Semillería “El Silencio”, local que se inauguró el 24 de Diciembre de 1980. Cuando uno pasa por la puerta puede notar lo colorido que se encuentra el local y la dimensión con la que cuenta. Hay mucha variedad de productos para la mascota. También se pueden apreciar plantas, y un cálido ambiente generado por quienes lo atienden. Sin embargo, hace más de una semana esta semillería perdió a un pilar que lo caracterizaba: Paco. 
Paco llegó a la vida de la familia Bernardini por un proveedor. Era una época donde se podían vender animales y pájaros, y otros tipos de animales (exóticos). “Lo crié de pinchoncito, yo le tuve que dar de comer en la boca, hasta que fue evolucionado. Evolucionó y creció” comentó Rodolfo, dueño de la semilleria y del ave. “Paco siempre iba a ser nuestro, así que era nuestra mascota. La idea no era venderlo ni nada por el estilo. Así se crió, entre nosotros. Enseñándole a hablar, cantar, conviviendo con nosotros y con la comunidad de General Rodríguez” agregó Paula, hija de Rodolfo.
Graciela, esposa de Rodolfo comentó sobre Paco que "había llegado peladito", le daban la mamadera, y de comer en la boca. “Cuando llegó era bebe, no estaba ni emplumado, tenía apenas días, era rosa, peladito, tenia canutitos” sumó el "papá" de Paco.
El 24 Diciembre cumpliría 39 años, exactamente día que se inauguró la semilleria, que en un principio estaba ubicada a dos cuadras de donde se encuentra actualmente, cerca del Banco Provincia. “Tendría 1 mes aproximadamente cuando llegó, había que tener mucho cuidado porque era un pichón, ahí fue cuando había que darle de comer en la boca, porque él no tenía fuerza en el pico” explicó Rodolfo.
Por El Silencio pasaron varias generaciones, que pudieron vivir junto a Paco. “Obviamente que lo atendíamos, le dábamos la comida que él quería, salía cuando quería. Él estaba suelto en su jaula, era nuestra mascota y era uno mas de nosotros acá adentro” explicó Paula, hija de Graciela y Rodolfo. El 20 de Septiembre por la mañana, todo cambió en la semillería. “Ese día (Paco) empezó a gritar como desesperado, después del desayuno, comió, se le dio una pera para que la consumiera, posterior a eso, empezó a gritar, tuvo como un ataque, en ese momento que yo llegaba, lo agarre, lo tuve en la mano y se murió. Se me murió de un infarto en mis manos, que fue lo que yo consideré. Paco estaba en perfectas condiciones”, relató Rodolfo.
Aquel día, a pesar de tener a una veterinaria en el lugar, que trabaja por la mañana y lo asistió, no pudieron hacer nada más. “Entre los dos lo observábamos, lo mirábamos, pero no pudimos hacer nada. Luego lo agarraron, lo pusieron en el mostrador, le dieron aire en la boca, masaje en el corazón, pero no reaccionó, falleció ahí, en ese momento” , lamentó el dueño.
Daniel, trabajador de la semilleria comentó: “Justamente el día que falleció estábamos todos acá desayunando y el solía hacer ruidos, pero yo lo relacioné porque entran en la época de apareamiento, como algo natural en su especie. Lo tomé muy normal. Mi compañera sale y dice me voy a fijar no sea cosa que le este pasando algo a Paco, salió y lo encontró ya apretando con las pezuñas muy agarrado en la jaula y ya le había agarrado un infarto pobrecito”.Paco era muy querido por la gente, no solo por los vecinos de la zona sino que también por gente de otras localidades. “Era algo muy especial, la gente acá de Rodríguez lo siente mucho y hay gente que viene verlo especialmente a Paco. Por ejemplo, hace poco vino un chico de Luján y no sabía lo de Paco, se puso a llorar cuando se enteró. Mucha gente no sabe porque fue muy reciente”. Paco, no solo identificaba a la semilleria, también era importante para todos los ciudadanos. Había gente que salía del colegio con sus hijos, y la pasada obligatoria era ver a Paco, pasar por lo de Paco o incluso antes de ir a cualquier lado pasar a ver a Paco. Los domingos también se acercaban a saludarlo, y ya se había hecho una costumbre. La propia madre era quien llevaba a su hijo a propósito (el que se puso a llorar), porque seguramente de chiquita a ella también la habrían llevado.
La gente le enseñó a “hablar”, aunque lo que hacía en realidad era repetir las palabras que había aprendido con anterioridad. Las personas le hablaban y él les respondía. Sus dueños lo describen con conductas que no eran innatas, sino que las fue adquiriendo a través del aprendizaje de convivir con ellos tantos años, sumado a la rutina diaria del negocio.
Paco pertenecía a la especie de Guacamayo también conocido por Papagayo, o Arara. Estos loros en cautiverio duran entre 50/60 años, y en su hábitat natural, un poco más. “Duró casi hasta los 40 años, así que podemos estar satisfechos y felices de haberle brindado y que él nos brinde a nosotros toda la alegría, porque para nosotros era muy importante”, contó Paula. Estuvo presente durante tres generaciones.El nombre lo eligieron porque querían un nombre corto y parecido a su anterior mascota, un loro chiquito barranquero que se llamaba Pepe.
En la mañana, en la tarde y en la noche decía ciertas palabras, saludaba a la gente de determinada manera, igual que cuando la semilleria abría. “Nos decía siempre las mismas palabras dándonos la bienvenida, abríamos la puerta, sacudía el gancho de la jaula para poder salir, ahí sabíamos que quería que le abramos la puerta y sabíamos que tenía hambre porque sacudía el comedor”, contó Paula.“Paco era especial para nosotros, principalmente era nuestra mascota, era como un hijo. Lo extrañamos mucho. Paco, con Daniel, uno de los chicos que está con nosotros, tenían una relación muy especial, se dejaba hacer cosas que con otros no, porque ellos eligen ciertas personas para tener determinadas conductas. Daniel y Paco tenían una relación especial, de mucho amor, lo besaba en el pico, en la cabecita, cosa que es imposible que lo puedas lograr en un loro”, aclaraba la familia de Paco.
Daniel explicó: “Teníamos una relación, que no era algo normal, era muy especial, se dejaba acariciar conmigo, yo lo hacía jugar, le daba galletitas, era un vínculo muy lindo el de nosotros, por eso lo siento y extraño bastante, entrar al negocio hoy por hoy y no verlo, es un golpe bajo, pero bueno, se lo extraña”.Paquito también tenía un veterinario de aves exóticas especial que lo iba a ver cada tres o cuatro meses. Lo revisaba e iba orientando a la familia sobre la alimentación y los juguetes que tenían que ofrecerle. “Él era muy caprichoso, no jugaba con cualquier cosa, no le gustaba mucho pero se iba adaptando algunas cosas que le íbamos poniendo y las cosas que no las quería, las tiraba”, confesó la hija de Rodolfo.También sabía distinguir nombres, a Rodolfo lo llamaba Papá: “cuando no estaba mi esposo y nos íbamos de vacaciones, vivía llamándolo: papá, ¿donde esta papá? La verdad que se siente muchísimo la falta de Paquito”, confesó Graciela. Y agregó “También bailaba, le decías que le muestres las alas y te las mostraba. Si le daba vergüenza, abría las alas y se tapaba la cara”Daniel, que trabaja en la semilleria desde 2009 contó una particularidad: “Semanas antes que falleciera, sucedió algo muy loco, si bien siempre con respeto el tema de tratar con él, era algo desconfiado (algo normal en su especie), se dejaba hacer cosas que antes no se dejaba, por ejemplo: se ponía muy cerca de mí, que era algo que nunca lo hacía, y se dejaba dar besos que también nunca me dejó que lo hiciera con él. Tenía algo muy particular conmigo porque por ejemplo yo entraba y si no le hablaba, él me buscaba para que lo molestara, o me llamaba, decía que tenía hambre y me movía la latita y era para que le diera de comer”.Respecto aquel fatídico día, la familia Bernardini argumentó: “Realmente fue muy sorpresivo, era un loro que estaba bien de salud, lo único que hacía a veces era arrancarse algunas plumas por una cuestión de un estrés que ellos tienen normalmente, él era revisado, y por eso le dábamos algunas gotitas de Bach, obviamente recomendada por el veterinario. Es parte de la vida le puede pasar a cualquier animal, a nosotros mismos”.
En conmemoración a lo que fue Paco para los rodriguenses, se están juntando firmas y algunos vecinos están haciendo algunas tratativas para poder reconocer a Paco, pero antes que nada, tienen que pedir una autorización. “Inclusive me parece que hasta el propio intendente ha visto a Paco de chiquitito, así que seguramente lo conoce también, y ha crecido con él todo estos años de vida acá en General Rodríguez, así que yo creo van a ser escuchados. Varios intendentes conocen a Paco, el actual y el anterior, quien hasta incluso es cliente del local. Estamos haciendo un poco de fuerza para que desde la Municipalidad se lo reconozca de alguna u otra manera, mucha gente esta pidiendo una placa, una calle, lo que sea pero me parece muy lindo para el recuerdo, no solo de General Rodríguez sino de la gente que viene a verlo y que por lo menos vea algo que los represente y lo recuerde como parte de la Ciudad” declaró Paula y Daniel agregó: “Se dijo que quieren hacerle un monumento y me parece que se lo merece porque es un símbolo para la gente de General Rodríguez y si lo hacen, bien merecido lo tiene”.
Paco llegó a la vida de la familia Bernardini por un proveedor. Era una época donde se podían vender animales y pájaros, y otros tipos de animales (exóticos). “Lo crié de pinchoncito, yo le tuve que dar de comer en la boca, hasta que fue evolucionado. Evolucionó y creció” comentó Rodolfo, dueño de la semilleria y del ave. “Paco siempre iba a ser nuestro, así que era nuestra mascota. La idea no era venderlo ni nada por el estilo. Así se crió, entre nosotros. Enseñándole a hablar, cantar, conviviendo con nosotros y con la comunidad de General Rodríguez” agregó Paula, hija de Rodolfo.
Graciela, esposa de Rodolfo comentó sobre Paco que "había llegado peladito", le daban la mamadera, y de comer en la boca. “Cuando llegó era bebe, no estaba ni emplumado, tenía apenas días, era rosa, peladito, tenia canutitos” sumó el "papá" de Paco.
El 24 Diciembre cumpliría 39 años, exactamente día que se inauguró la semilleria, que en un principio estaba ubicada a dos cuadras de donde se encuentra actualmente, cerca del Banco Provincia. “Tendría 1 mes aproximadamente cuando llegó, había que tener mucho cuidado porque era un pichón, ahí fue cuando había que darle de comer en la boca, porque él no tenía fuerza en el pico” explicó Rodolfo.
Por El Silencio pasaron varias generaciones, que pudieron vivir junto a Paco. “Obviamente que lo atendíamos, le dábamos la comida que él quería, salía cuando quería. Él estaba suelto en su jaula, era nuestra mascota y era uno mas de nosotros acá adentro” explicó Paula, hija de Graciela y Rodolfo. El 20 de Septiembre por la mañana, todo cambió en la semillería. “Ese día (Paco) empezó a gritar como desesperado, después del desayuno, comió, se le dio una pera para que la consumiera, posterior a eso, empezó a gritar, tuvo como un ataque, en ese momento que yo llegaba, lo agarre, lo tuve en la mano y se murió. Se me murió de un infarto en mis manos, que fue lo que yo consideré. Paco estaba en perfectas condiciones”, relató Rodolfo.
Aquel día, a pesar de tener a una veterinaria en el lugar, que trabaja por la mañana y lo asistió, no pudieron hacer nada más. “Entre los dos lo observábamos, lo mirábamos, pero no pudimos hacer nada. Luego lo agarraron, lo pusieron en el mostrador, le dieron aire en la boca, masaje en el corazón, pero no reaccionó, falleció ahí, en ese momento” , lamentó el dueño.Daniel, trabajador de la semilleria comentó: “Justamente el día que falleció estábamos todos acá desayunando y el solía hacer ruidos, pero yo lo relacioné porque entran en la época de apareamiento, como algo natural en su especie. Lo tomé muy normal. Mi compañera sale y dice me voy a fijar no sea cosa que le este pasando algo a Paco, salió y lo encontró ya apretando con las pezuñas muy agarrado en la jaula y ya le había agarrado un infarto pobrecito”.Paco era muy querido por la gente, no solo por los vecinos de la zona sino que también por gente de otras localidades. “Era algo muy especial, la gente acá de Rodríguez lo siente mucho y hay gente que viene verlo especialmente a Paco. Por ejemplo, hace poco vino un chico de Luján y no sabía lo de Paco, se puso a llorar cuando se enteró. Mucha gente no sabe porque fue muy reciente”. Paco, no solo identificaba a la semilleria, también era importante para todos los ciudadanos. Había gente que salía del colegio con sus hijos, y la pasada obligatoria era ver a Paco, pasar por lo de Paco o incluso antes de ir a cualquier lado pasar a ver a Paco. Los domingos también se acercaban a saludarlo, y ya se había hecho una costumbre. La propia madre era quien llevaba a su hijo a propósito (el que se puso a llorar), porque seguramente de chiquita a ella también la habrían llevado.La gente le enseñó a “hablar”, aunque lo que hacía en realidad era repetir las palabras que había aprendido con anterioridad. Las personas le hablaban y él les respondía. Sus dueños lo describen con conductas que no eran innatas, sino que las fue adquiriendo a través del aprendizaje de convivir con ellos tantos años, sumado a la rutina diaria del negocio.
Paco pertenecía a la especie de Guacamayo también conocido por Papagayo, o Arara. Estos loros en cautiverio duran entre 50/60 años, y en su hábitat natural, un poco más. “Duró casi hasta los 40 años, así que podemos estar satisfechos y felices de haberle brindado y que él nos brinde a nosotros toda la alegría, porque para nosotros era muy importante”, contó Paula. Estuvo presente durante tres generaciones.El nombre lo eligieron porque querían un nombre corto y parecido a su anterior mascota, un loro chiquito barranquero que se llamaba Pepe.
En la mañana, en la tarde y en la noche decía ciertas palabras, saludaba a la gente de determinada manera, igual que cuando la semilleria abría. “Nos decía siempre las mismas palabras dándonos la bienvenida, abríamos la puerta, sacudía el gancho de la jaula para poder salir, ahí sabíamos que quería que le abramos la puerta y sabíamos que tenía hambre porque sacudía el comedor”, contó Paula.“Paco era especial para nosotros, principalmente era nuestra mascota, era como un hijo. Lo extrañamos mucho. Paco, con Daniel, uno de los chicos que está con nosotros, tenían una relación muy especial, se dejaba hacer cosas que con otros no, porque ellos eligen ciertas personas para tener determinadas conductas. Daniel y Paco tenían una relación especial, de mucho amor, lo besaba en el pico, en la cabecita, cosa que es imposible que lo puedas lograr en un loro”, aclaraba la familia de Paco.Daniel explicó: “Teníamos una relación, que no era algo normal, era muy especial, se dejaba acariciar conmigo, yo lo hacía jugar, le daba galletitas, era un vínculo muy lindo el de nosotros, por eso lo siento y extraño bastante, entrar al negocio hoy por hoy y no verlo, es un golpe bajo, pero bueno, se lo extraña”.Paquito también tenía un veterinario de aves exóticas especial que lo iba a ver cada tres o cuatro meses. Lo revisaba e iba orientando a la familia sobre la alimentación y los juguetes que tenían que ofrecerle. “Él era muy caprichoso, no jugaba con cualquier cosa, no le gustaba mucho pero se iba adaptando algunas cosas que le íbamos poniendo y las cosas que no las quería, las tiraba”, confesó la hija de Rodolfo.También sabía distinguir nombres, a Rodolfo lo llamaba Papá: “cuando no estaba mi esposo y nos íbamos de vacaciones, vivía llamándolo: papá, ¿donde esta papá? La verdad que se siente muchísimo la falta de Paquito”, confesó Graciela. Y agregó “También bailaba, le decías que le muestres las alas y te las mostraba. Si le daba vergüenza, abría las alas y se tapaba la cara”Daniel, que trabaja en la semilleria desde 2009 contó una particularidad: “Semanas antes que falleciera, sucedió algo muy loco, si bien siempre con respeto el tema de tratar con él, era algo desconfiado (algo normal en su especie), se dejaba hacer cosas que antes no se dejaba, por ejemplo: se ponía muy cerca de mí, que era algo que nunca lo hacía, y se dejaba dar besos que también nunca me dejó que lo hiciera con él. Tenía algo muy particular conmigo porque por ejemplo yo entraba y si no le hablaba, él me buscaba para que lo molestara, o me llamaba, decía que tenía hambre y me movía la latita y era para que le diera de comer”.Respecto aquel fatídico día, la familia Bernardini argumentó: “Realmente fue muy sorpresivo, era un loro que estaba bien de salud, lo único que hacía a veces era arrancarse algunas plumas por una cuestión de un estrés que ellos tienen normalmente, él era revisado, y por eso le dábamos algunas gotitas de Bach, obviamente recomendada por el veterinario. Es parte de la vida le puede pasar a cualquier animal, a nosotros mismos”.¿Un monumento para Paco?
En conmemoración a lo que fue Paco para los rodriguenses, se están juntando firmas y algunos vecinos están haciendo algunas tratativas para poder reconocer a Paco, pero antes que nada, tienen que pedir una autorización. “Inclusive me parece que hasta el propio intendente ha visto a Paco de chiquitito, así que seguramente lo conoce también, y ha crecido con él todo estos años de vida acá en General Rodríguez, así que yo creo van a ser escuchados. Varios intendentes conocen a Paco, el actual y el anterior, quien hasta incluso es cliente del local. Estamos haciendo un poco de fuerza para que desde la Municipalidad se lo reconozca de alguna u otra manera, mucha gente esta pidiendo una placa, una calle, lo que sea pero me parece muy lindo para el recuerdo, no solo de General Rodríguez sino de la gente que viene a verlo y que por lo menos vea algo que los represente y lo recuerde como parte de la Ciudad” declaró Paula y Daniel agregó: “Se dijo que quieren hacerle un monumento y me parece que se lo merece porque es un símbolo para la gente de General Rodríguez y si lo hacen, bien merecido lo tiene”.
