La pequeña ciudad bonaerense sigue convulsionada por el tremendo episodio. Un medio local publicó detalles de cómo fue el día y las horas previas antes de los asesinatos a sangre fría.
Colón sigue convulsionada por
el cuádruple crimen del pasado jueves 15 de noviembre. El rodriguense Leonardo Ayala (46) irrumpió ese día en la casa de su ex pareja y la asesinó a balazos junto a sus dos hijos y un amigo de ella, antes de terminar suicidándose.
Los asesinatos fueron alrededor de las 9.30 horas y las víctimas, Delia Guerrero (35), un hijo de ella de 14 años producto una relación anterior, una nena de dos años hija también de Ayala y Ramón Lagneux, un pintor amigo de Guerrero. Según trascendió, el homicida llamó a la policía luego de cometer el crimen pero cuando los agentes llegaron ya se había disparado en la cabeza.
Según publicó El Faro, un medio de aquella localidad, Ayala había comenzado sus actividades del jueves a las 5 horas. Había preparado el camión de la empresa láctea La Serenísima que guardaba en un galpón cercano donde además dejaba su moderna camioneta 4x4. Cerca de las 6 horas había conducido el camión para visar boletas de ventas de cada comercio en la cabina sanitaria. En la oficina pública la charla con los empleados habría sido amena y nada hacía prever lo que sucedería horas después. Había descargado lácteos en un supermercado de reconocida marca y una decena de almacenes de barrio para terminar el reparto cerca de las 9 horas.
El amigo de Delia Guerrero, Ramón Lagneaux, es pintor y cerca de las 9.15 horas le había dicho a la gente con la cual trabajaba que volvía en dos minutos. Se había subido a su camioneta Chevrolet S10 para estarcionar minutos después en la casa de Guerrero.
Ayala había llegado a las 9.30 a esa vivienda y fue después. Se cree que ya había hecho inteligencia previa y conocía todos los movimientos de su ex pareja. También circuló que él y Guerrero habrían discutido antes de que comenzara la secuencia de disparos. Una vecina indicó que había escuchado los estampidos pero creía que se trataba de cohetes que estallaron detrás de las vías del ferrocarril ubicadas a unos 30 metros.
Poco después del asesinato llegaron al lugar los dos hijos adolescentes de Guerrero con su anterior matrimonio y sus familiares trataban de contenerlos. Quienes conocían a Guerrero la habían descripto como una "luchadora inclaudicable" y que soñaba con ser peluquera.
Ayala, por su parte, había llegado a Colón en el año 2011 de acuerdo a lo publicado por El Faro. Se había radicado allí tras los cambios en la cadena de distribución dispuestos por La Serenísima cuando el centro de abastecimiento dejó de ser Pergamino. Según pudo averiguar La Posta, el rodriguense se habría críado en el barrio Juan José de nuestro distrito, aunque no se pudo confirmar. Cerca del mediodía del día del crimen, se allanó su casa y los agentes encontraron una carta manuscrita y audios donde el homicida indicaba la inminencia de la matanza.