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Se confirmó que la persona que habría subido al automóvil en La Fraternidad -dato no confirmado- es de Luján. Tenía 22 años y estaba embarazada de dos meses. Todavía resta saber el origen del conductor.
Foto: El Civismo.
En el día de ayer, martes 16 de abril, según consignó El Civismo, medio lujanense, en el auto donde fallecieron cinco personas en la tragedia vial de Carmen de Areco finalmente viajaban dos personas de la ciudad vecina y no una. De esta forma, son dos los rodriguenses que fallecieron en el siniestro y no tres como había trascendido.
Sobre la última víctima identificada, se pudo saber que se trata de Rocío García, una joven de 22 años que estaba embarazada de dos meses y vivía en una precaria vivienda de barrio Villa del Parque.
Junto a los rodriguenses Reinalda Clementina Sulca y Joel Paniagua, y la lujanense Daniela Florencia Espinosa, abordó el domingo a la medianoche el Chevrolet Prisma con destino a la Unidad Penitenciaria de Junín para visitar a sus respectivos familiares, que se encuentran privados de libertad.Sobre el Chevrolet Prisma
La madre de Daniela brindó a El Civismo más detalles sobre la procedencia del vehículo en el que viabajan, aunque desconociendo el origen de quien lo conducía. Habitualmente, su hija tomaba un colectivo conocido como “El Tumberito”, pero esta vez el micro habría superado la capacidad -dato no confirmado oficialmente- y el encargado de hacer los viajes habría dispuesto de un automóvil particular para transportar más pasajeros. Es por ello que la progenitora atribuyó la desgracia a la avaricia de quienes lucran prestando este servicio irregular dedicado al transporte de personas a diferentes cárceles. Por 1.300 pesos “El Tumberito” los lleva hasta el penal, los espera y los vuelve a traer hasta sus ciudades de origen a los familiares de presos.
El micro es una unidad pintada todo de blanco con vidrios polarizados. Los fines de semana suele hacer este tipo de trayectos que, de algún modo, es también el único medio de locomoción que tienen los familiares para llegar a la hora establecida para visitar a sus seres queridos que están cumpliendo condena.
A su vez, “El Tumberito” no viajaría solo. Por lo general, un auto -posiblemente el Prisma- lo acompañaba hasta un determinado lugar. A mitad del trayecto y por miedo a sufrir un asalto, el dinero recaudado en el micro era entregado al conductor del auto, quien regresaba al punto de partida con la plata.
