En las últimas jornadas se han visto colas cada vez más largas en los locales de pagos de servicios instalados en todo el distrito. Durante la mañana de hoy hubo un hecho que motivó la llegada a un supermercado de una ambulancia para atender a un hombre de 71 años que se descompensó tras aguardar una extensa cola para pagar un servicio.
Jorge Casañas, de 71 años, se descompensó en la fila de pagos para el Pago Fácil del supermercado Carrefour de Los Abuelitos. Eran las 8:30 de la mañana cuando comenzó a sentirse mal y tras media hora de espera en la fila, empezó a perder el equilibrio. Tres veces se cayó hasta que llamaron a una ambulancia. En ese momento, funcionaba una sola ventanilla para toda la gente y no había una diferenciación de prioridad para los grupos vulnerables.
Familiares supieron de la cuestión y fueron hasta allí para retirarlo en un vehículo. Lo cierto, es que a pesar de la apertura de algunos locales nuevos, cada vez es más difícil ir a hacer pagos y no encontrar una extensa cola de gente en cualquiera de los puntos habilitados.
Las demoras suelen superar los 40 minutos de espera y a veces, incluso más de una hora y media. En estas épocas, donde todo va camino a hacerse electrónico, es increíble que aún sea un martirio tener que ir a pagar lo que sea, especialmente para personas con discapacidades, embarazadas y adultos mayores, que son los que más padecen las estas torturas modernas.
A su vez, en muchos de los sitios hay una enorme diferencia de temperatura de la espera en la puerta del local a la que se ofrece en el interior y en varios locales hay una sola ventanilla disponible, a pesar de haber más de una dispuesta a tal fin. Esto también se vive en los bancos del distrito. Un ejemplo es lo que pasa con las esperas en el Banco Provincia o el Banco Nación. El Banco Provincia había mejorado mucho con el sistema de turnos que se generan desde la terminal digital, pero luego se fueron agregando letras y dígitos que desorientan a los clientes respecto de si tienen una espera corta o muy extensa.
Al parecer, en el distrito, el tiempo de la gente es una variable que no genera interés de las compañías y es un impuesto más para los que se esfuerzan para cumplir con los pagos y obligaciones.