Lo asaltaron motochorros, forcejeó con uno y asegura que le dispararon dos veces al fugarse
Afortunadamente, ninguno de los balazos impacto sobre el vecino, que estaba a caminando a su casa luego del trabajo.
El pasado miércoles 10 de febrero, Sebastián, un vecino de la zona del predio de canchas del Porteño Atlético Club (PAC), ubicado en el límite entre Villa Vingochea y Virgen del Carmen, sufrió un asalto a manos de dos motochorros que, al fugarse, dispararon dos veces hacia él, aunque, afortunadamente, ninguno impactó contra él.
Según el relato del propio Sebastián a La Posta Noticias, éste se encontraba caminando tras cumplir su jornada laboral en una de las calles que rodea al PAC, a tres cuadras de su domicilio.
En este tramo, –según contó– “vi una moto celeste 150 o 125 Yamaha u Honda con dos arriba. Hicieron una seña medio rara, me miraron como diciendo vamos a doblar y a agarrar por acá”, recordó.
Y continuó: “Yo sabía muy bien que era seguro que me iban a asaltar, pero seguí caminando porque siempre agarro por ahí para ir a mi casa. Cuando hice una cuadra y media y me agarró la oscuridad, porque no había focos, me sorprendieron los dos delincuentes”, relató la víctima.
Del mencionado rodado se bajó uno –el acompañante– con un revólver. “Me apuntó y me pidió celular y billetera”, describió. Y precisó: “Yo en la mano tenía el celular y los cigarrillos. Porque billetera no uso por un robo anterior”, sostuvo Sebastián.
Debido a la respuesta negativa sobre la billetera, el malviviente “bajó el revólver”, dijo la víctima. “Empezamos a forcejear, caímos los dos, empecé a pegarle y el que manejaba me decía que lo suelte porque me quemaba. Me empezó a tironear de la capucha y me empezó a pegar patadas por todos lados”, continuó el relato del dramático suceso que vivió.
“Al lograr escapar sentí que el acompañante me tiró dos tiros, se subió a la moto y ambos siguieron su camino”, concluyó el testimonio.
Sin embargo, todo no termina ahí. Ya que a las dos jornadas, más precisamente el último sábado, Sebastián contó que se fijó por el celular de su madre en WhatsApp y “veo que mi línea estaba conectada. O lo vendió o era él”, sospechó. Lo cierto es que, según comentó, “le llegó el mensaje que le había mandado”.
Finalmente, dijo que fue a la comisaría a realizar la denuncia policial y solicitar el rastreo de su teléfono celular en manos de otra persona pero relató que no pudo lograr que se dispusiera un procedimiento para detectar la ubicación y realizar un allanamiento para recuperar el dispositivo. "Me dijeron que no sabían cuánto iban a tardar en poder hacerlo”, comentó indignado.