El lunes 28 de junio se cumplió un año de la trágica muerte del adolescente de 14 años que habia mantenido en vilo a todo General Rodríguez en 2019 cuando estuvo tres semanas desaparecido.
A sus 14 años, Brandon fue hallado sin vida en una casa de las calles Tuyutí y Teniente Romero (barrio Los Paraísos), donde vivia con su padre y la mujer de él. Lo encontraron fallecido (por asfixia) en su habitación. Habría dejado cartas de despedida para sus hermanos.
La noticia causó conmoción en el barrio y tristeza de muchos vecinos. En diálogo con La Posta, mencionaron que "Brandon era un chico muy amable y respetuoso. Jugaba a la pelota con algunos chicos del barrio. Vivía con la madre y luego pasó a vivir con el padre y la mujer de él, desconocemos el motivo".
A días de que una adolescente amenzara arrojarse de un primer piso en el centro, y en concordancia con este triste aniversario, cobra relevancia lo importante de la contención a jóvenes en crisis, ya que el suicidio es una de las principales causas violentas de muerte en general y en este rango etario también hay casos.
En ese marco, es inevitable preguntarse qué problemas atormentarían a este adolescente al que los vecinos del barrio le habían tomado cariño y al que describían con elogios. Ya sea que se debiera a cuestiones psicológicas o psiquiátricas; o a cualquier otra problemática; preocupa que, como ha ocurrido con muchos casos similares, el acompañamiento estatal y social quizás no fuera el que la situación merecía. Muchas veces el secreto de cada causa no ayuda a establecer una buena evaluación sobre si la intervención del Estado fue suficiente, o no.
Hoy, ya hace un año que Brandon no está. Quedó trunca toda la vida que tenía por delante. Y la reflexión es una obligación para que esta situación no sea moneda corriente, más allá de que no existe hoy en el debate público o político una discusión seria de planes para abordar preventivamente estas situaciones ni trascienden datos que alguien anote para analizar el impacto social que tiene o la efectividad del sistema de contención, que ha sido siempre muy débil de estructura y también de control.
Brandon había sido noticia en 2019. Durante tres semanas mantuvo en vilo a todo General Rodriguez: una mañana de fines de agosto se fue de su casa y no se supo de él hasta la medianoche del 23 de septiembre cuando apareció en la estación de trenes de Merlo luego de que una mujer lo reconociera y terminara tomándole una foto y difundiéndola. En el medio hubo intensos rastrillajes en los que hasta intervino Gendarmería, búsqueda con perros y fuerte difusión por todos los canales de comunicación.
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Sin embargo, aquel episodio había sido diferente por haber trascendido pero antes, Brandon ya se habia fugado en varias ocasiones de la casa donde vivía, incluso cinco meses antes cuando se había ido por dos días y aparecido en la estación de Rodríguez.
Durante las tres semanas que estuvo desaparecido, la familia de Brandon había manifestado diferencias internas hasta públicamente. No se pudo constatar el motivo por el cuál, luego de su aparición, el chico había dejado de vivir con su madre, ni tampoco cómo era la relación con su padre. Tampoco se supo cómo fueron las intervenciones del área de Niñez municipal y qué registros tenían de la historia del chico que, tras varios intentos de escaparse de la casa donde vivía, había terminado tomando la trágica decisión.
