Salud 24 JUL 2021

El duro camino de la adicción y su salida ayudando a otros

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Lucas Torello Guzmán es operador socioterapéutico en el centro de rehabilitación Camino de Guerrero, donde llegó a principios del 2020 tras muchos años de luchar contra sus adicciones. Se recuperó y hoy ayuda a otros. "Hay que pedir ayuda porque de esto no se sale solo", manifestó.

A la hora de contar su historia, Torello Guzmán comenzó diciendo: “La adicción es el no poder hablar, de no poder poner en palabras lo que a uno le pasa. ‘A’ viene de ‘no’ y ‘dicción’ de ‘decir’. ‘Adicción’ es ‘no decir’. Está ligada a la conducta, no a un consumo particular. Esto puede comenzar en el alcohol y derivar en la cocaína, en la marihuana, en consumos mucho más fuertes como el paco o la base. Automáticamente en algún momento se hace dependencia y necesitamos pedir ayuda. Necesitamos entender que de la adicción no se sale solo. Nosotros creemos y la misma enfermedad nos hace creer que nosotros podemos o vamos a poder salir de este infierno que estamos viviendo, pero la realidad es que no se sale solo, sino que hay que levantar la mano y pedir ayuda, porque es un proceso que está ligado a la conducta, es algo que se va cambiando con el tiempo, algo con lo que uno vive y va a vivir toda su vida. Todos los días nos vamos a levantar con esta enfermedad y todas las noches nos vamos a acostar con esta enfermedad”.

Luego, continuó: "Me costó muchos años entender que yo estaba enfermo. Yo hoy lo veo de esta manera: no hay premios, aplausos ni reconocimientos en el camino de la droga, en el camino del consumo. La droga tiene solamente un camino y es de pérdida. De pérdida de afectos, de oportunidades, de valores, de uno mismo. Uno va perdiendo la vida. Yo hice todo para morirme, para dejar de vivir. Gracias a Dios tuve la oportunidad de pedir ayuda, de reconocer que estaba enfermo y que necesitaba ayuda, que me extendieran la mano. Gracias a esa mano que me dieron, pude empezar a entender un montón de cosas que en mi vida no había logrado entender. Porque yo perdí un montón de cosas, como todos los que estamos y tenemos esta enfermedad. Perdí momentos, perdí oportunidades, perdí vínculos, perdí familia, me perdí yo. Pasaron un montón de años y cosas que nunca voy a poder recuperar”.

Sobre el origen de su adicción, reveló: "Empecé con esto a los 22 años. Empecé con el alcohol, como normalmente comienzan todos, y después seguí con la cocaína. Hace dos años que estoy rehabilitado, que estoy sobrio, y en ese período de tiempo perdí un montón de cosas. Un día, hace poco más de dos años, ya no podía más, me sentía muy vacío, me sentía muy lejos de mi familia, no me abrían las puertas de la casa, no querían saber nada conmigo. Decidí pedir ayuda y se me abrió la puerta de poder iniciar un tratamiento, que me costó muchísimo, pero que conforme fue pasando el tiempo me fui dando cuenta de muchas cosas, de que me estaba liberando con el correr de los días e iba pensando por mí y no a través de mi enfermedad. En consumo activo somos esclavos y vamos a serlo siempre: muerte, hospitales psiquiátricos y cárceles. Son los tres caminos a los que te lleva la droga, el consumo. No hay vuelta y es un camino de ida en el que todos los días uno va perdiendo”

Y confesó: "La droga te quita todo. La droga no distingue entre rico, pobre, de izquierda, de derecha, católico o agnóstico. A todos los ataca por igual y a todos les pega mal. Hay que tomar consciencia y pedir ayuda, porque uno mismo no va a poder salir solo. Me autoengañé casi 15 años de mi vida diciéndome que iba a poder salir solo. Perdí un montón de cosas y gracias a Dios no perdí mi vida, porque hice todo para perderla y no estar acá”

Su llegada a Camino de Guerrero y la posibilidad de un futuro

"Yo llegué a acá (Camino de Guerrero) hace más de un año. El 9 de enero de 2020. En recuperación te pasan un montón de cosas. Esto de hablar, aunque sea difícil, sobre todo en la primera etapa. Después uno se va sintiendo mejor y se va conociendo y danto cuenta de un montón de cosas. Te vas liberando y vas viendo que hay otra vida, que se puede vivir de otra manera. Eso me motivó muchísimo, me motivó también el poder ayudar, a través de la palabra poder ayudar, entender, conocerme, algo que no había hecho nunca. Si bien yo vivo solo hace muchos años nunca compartí tiempo conmigo. Desde acá y desde la recuperación empecé a compartir tiempo conmigo. También empecé a sentirme bien, algo que no había sentido nunca mirando hacia atrás. Hoy acá me paro con la frente en alto”, comentó Torello Guzmán.

Camino de Guerrero funciona en la calle Benevente al 400 en un predio de 2500 cuadrados con capacidad para 20 pacientes. El centro ofrece tratamientos ambulatorios o internaciones para los casos más complejos, algo que es definido por un equipo interdisciplinario de médico clínico, psicólogos y pisquiatras en una entrevista de admisión. También cuentan con un profesor de educación física y un nutricionista para controlar la alimentación en el establecimiento, además de planificar articular con talleres e instituciones para que quienes se traten allí puedan aprender distintos oficios y terminar estudios secundarios o primarios para reinsertarse laboral y socialmente.

Y agregó: “Ahora tengo un futuro, esto me llena un montón. Para poder estar bien hay que vivir una vida en recuperación. No importa los años que pasen. Esto no es hacer un proceso y ya estamos recuperados o curados. Para estar bien hay que vivir una vida dentro de la recuperación. La recuperación tiene que ser tu forma de vida. No hay que alejarse nunca de lo que te llevó a estar bien. En la recuperación empezás a ver y entender un montón de cosas que nunca pudiste ver, que dentro del consumo no la pudimos ver y no la vamos a lograr ver. Es muy importante esto porque es el primer paso para poder salir: que uno se reconozca que es impotente ante la adicción. Yo solo no voy a poder, no importa las veces que lo intente o las veces que me quiera escapar. Yo de esto no voy a poder salir y necesito que me ayuden”.

Por último, cerró”: “Necesito hermanarme con alguien que esté sufriendo como estoy sufriendo yo, como sufrí yo. Compartir con gente que haya pasado por lo mismo que pasé yo. Entender que hay alguien que puede salir, porque yo veía a chicos que estaban recuperados o que ya estaban en proceso y peleándola, y que tenían uno, dos, tres, cinco años limpios y yo decía ‘Yo quiero estar así como ellos’”.

 

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