Tristeza por la muerte de una proteccionista muy querida por su compromiso social
Laura Griselda falleció el pasado 26 de septiembre a sus 46 años. Proteccionista incansable, dejó una huella en el barrio La Campanilla por su labor social y desinteresada. "Era una persona inmensa", dice Perla, una amiga.
Laura vivía desde hacía unos 7 años en General Rodríguez y pertenecía a una asociación civil llamada "Vecinxs Unidxs del Barrio Grande", en La Campanilla.
Proteccionista y amante de los animales, colaboró con diversos refugios y le dio techo a perros discapacitados o malheridos que necesitaban la ayuda de un humano para poder vivir. "Ayudaba a vecinos de vulnerabilidad social a castrarlos, entre otras cosas. Como no tenían dinero, gestionaba rifas, donaciones, para operar perritos y asistirlos", comenta Perla. "Dedicó su vida a los animales domésticos", agrega.
Y relata que, a partir de ese contacto con los vecinos, empezó a conocer sus necesidades y a su incansable tarea le sumó la de ayudar en todo lo que pudiera. "Su teléfono no paraba nunca", dice.
En plena pandemia del coronavirus, Perla cuenta que "íbamos a Desarrollo Social del Municipio a buscar bolsones de comida para repartir. Luego, juntabamos donaciones para complementar eso y hacía una olla popular. Cocinó para los vecinos hasta el último día".
También era una ferviente luchadora por el medio ambiente y se había involucrado en diversas causas contra el uso de agrotóxicos y el fomento de las huertas familiares.
Por todo eso, Laura no sólo dejó un vacío en su pareja, sus dos hijos y el resto de su familia, amigos y allegados, sino en muchos vecinos del barrio La Campanilla para quienes estuvo cuando la necesitaron.