Seguridad 7 FEB 2022

El sangriento antecedente al brutal robo a la familia de quinteros

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Mientras dura la conmoción por el tortuoso robo que sufrió una familia en la madrugada del jueves 3 de febrero en un campo de la calle Héctor Cámpora, una situación vincula el episodio a un sangriento antecedente de hace 8 años que los vecinos no olvidan.

Todavía hay angustia y miedo en la zona de quintas camino a la Ruta 6. Lo que le sucedió a una familia de productores agrícolas en la madrugada del jueves 3 de febrero, eriza la piel: delincuentes armados irrumpieron en una quinta de la calle Héctor Cámpora (los campos detrás del Barrio Bicentenario camino a Ruta 6) y retuvieron a todos los integrantes de la familia durante más de dos horas que se hicieron eternas.

Golpes, patadas, culatazos y hasta amenazas de torturas. Los ladrones, violentísimos, se encargaron de sembrar terror antes de llevarse tres camionetas, electrodomésticos, dinero en efectivo, garrafas y hasta zapatos, en lo que fue un golpe planificado que no es el primero, pero si esperan que sea el ultimo en el barrio.

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Las zonas de quintas donde están las comunidades de productores agrícolas, en su mayoría de la comunidad boliviana, trabajan la tierra allí desde hace años. Suelen ser blanco de este tipo de robos por la tendencia de no bancarizar sus ahorros y manejar efectivo, aunque en muchas ocasiones, los ladrones irrumpen en hogares buscando dinero que esas familias realmente no tienen. Y los someten a situaciones horribles.

Este último robo tuvo un sello delictivo que lo emparenta con un episodio puntual del historial de ilícitos en el barrio: los delincuentes envenenaron a los perros del lugar, arrojándoles algún tipo de alimento con veneno que hasta terminaron comiendo más de diez gallinas. Todos los animales murieron. Ese mismo modus operandi se registró hace ocho años, en un sangriento hecho que los vecinos tampoco olvidan.

El antecedente sangriento del 2014 y su conexión con el violento robo de esta semana

El lunes 28 de julio de 2014, un grupo de ladrones entró a una casa de las calles Corrientes y Mansilla, luego de envenenar a los tres perros del lugar. Forzaron una puerta y sorprendieron a una humilde familia boliviana que trabajaba en el cultivo de frutillas.

Una vez adentro, intimidaron con armas al dueño de la casa y sus cinco hijos. El hombre, Félix Estrada Soto, de 47 años, intentó enfrentarlos junto a su hijo Ariel Quispe Estrada, de 18. Pero les dispararon. Al joven lo hirieron en uno de sus brazos, pero a su padre, Félix, el tiro le dio en el pecho y le provocó la muerte.

Aquel hecho, como otros que ocurrieron en la zona, lo vivió una familia extremadamente humilde. No había indicios de que tuvieran dinero u objetos de valor por los que los asaltantes pudieran planificar un golpe: de hecho, la puerta de acceso no tenía cerraduras ni picaporte y estaba trabada con una garrafa desde el lado de adentro, lo que habla de la precariedad en la que vivían.

Semanas después, tras dos allanamientos en Moreno y otro en el barrio Altos del Oeste, la Policía detuvo a dos sujetos acusados por el crimen. Junto a ellos se secuestraron dos escopetas tumberas, pero igualmente fueron liberados dado que no se pudo hallar la pistola calibre 9 milímetros con la que mataron al productor agrícola boliviano.

La maniobra de envenenar a los perros atraviesa tanto a aquel episodio como el reciente ocurrido esta semana, y permite al menos especular si se trata de un modus operandi que vuelve a replicarse en los robos de este tipo de zonas rurales o si puede haber alguna vinculación entre aquellos criminales y los ladrones que, ocho años más tarde, le hicieron vivir una pesadilla a otra familia, ya no sobre la calle Corrientes, sino en la zona de quintas de la calle Cámpora, que costea el Barrio Bicentenario hasta llegar a la Ruta 6.

No deja de sorprender la saña y crueldad que tienen algunos de estos grupos con las víctimas de esta comunidad, algo que la justicia deberá tener en cuenta para resolver estos casos y devolver la tranquilidad que hace años perdieron los vecinos, que ya no saben cómo pedir seguridad.