La muerte de Susana Luca, una mujer de más de 65 años que perdió la vida al tocar un alambrado electrificado, convulsionó a Villa Arrarás, que fue escenario de una ola de disturbios y violencia. Allegados a la mujer fallecida habían incendiado la vivienda donde se electrocutó y la familia que vivía allí, debió exiliarse. Ahora hablaron con La Posta para contar su versión de los hechos.
Stella Maris tiene 67 años y más de 33 como docente en varias escuelas de General Rodríguez y está próxima a jubilarse. Aunque reconoció que tiene intenciones de disfrutar su próxima vida de jubilada, su voz se escucha, claramente, apagada. El último 11 de abril tuvo que irse de su casa en la calle Ortega, en Villa Arrarás, tras un trágico episodio que, según ella, "fue una desgracia" que le arruinó la vida.
En su voz también se escucha impotencia, tristeza. Y a La Posta decidió contarle la trama de violencia y amenazas que indica, precedieron en el último año previo a esa fatídica noche que desató la ira de una familia que, luego, convocó a una turba a incendiarle su vivienda y la obligó a irse, custodiada por la Policía.
Stella Maris aseguró que Susana Luca y su familia venía amenazándola a ella y sus hijos de 23 y 37 años desde julio del 2021. "Empezó diciendo que mi hijo le había mostrado genitales, hizo una denuncia. Rompió el portón, el medidor. Se trepaba por una escalera para insultarnos por la medianera. Esa mujer no estaba bien. Continuamente nos amenazaba. Tiraban piedras contra mi casa, incluso ella llegó a meterse por el fondo para hostigarnos", comentó.
Además aseguró "la denuncié por todos lados, pero la Justicia nunca pudo investigar sobre su salud mental" y se quejó de que las autoridades no la oyeron cuando pedía ayuda. Ahora, ¿cuál era el motivo del enojo de la difunta mujer? Para Stella Maris, "ella y los suyos querían quedarse con mi casa. Yo comencé a tener tanto miedo que ya ni salía de mi casa. Para regar el jardín, me levantaba muy temprano para no cruzármela. Y por mis problemas de salud comencé con una licencia en las escuelas donde trabajo, pero más allá de eso, ya no salía a ningún lado por miedo".
La noche de la tragedia y la ebullición de la violencia
Más allá de todos esos episodios, la mujer confesó que "yo ni sabía como se llamaba" su vecina. Y aseguró que "la noche del accidente, ella no tocó mi portón, sino el alambrado. Se electrocutó debido a una mala conexión clandestina, que tampoco me explico como nunca la detectó Edenor".
Tras aquella situación, "su hija, nieta y la pareja de su hijo convocaron a una turba de piqueteros (gente que no era del barrio ) y destrozaron mi casa, saquearon y quemaron. Cuando vinieron, mi hijo mayor se quedó intentando frenarlos pero eran muchos y mi hijo menor y yo nos escondimos detrás de un armario para que no nos pegara en la cabeza los piedrazos que llovían. La Policía nos salvó la vida y nos sacó de ahí. Días después, volvieron a querer incendiarla por completo la casa y hasta le pegaron a policías y bomberos. Una locura".
La voz de Stella Maris se quebró, definitivamente. "Quería estar en paz, no quería que esta señora se muriera, solo que me dejara tranquila. Hace 37 años tengo esa propiedad, hacía 200 cuadras en bicicleta para ir a trabajar de escuela a escuelas, nunca le hice nada a nadie. Es muy injusto", dijo entre llantos. Y confesó no querer decir donde está viviendo por temor a más represalias.
Finalmente, cerró con que está buscando un abogado que la ayude porque "quiero limpiar mi honor" y que sabe que "los vecinos tienen miedo, por eso no quieren involucrarse".
Stella había denunciado a su vecina por amenazas. La contraparte también aseguró que los denunciaron a ellos. Ahora debe definir la justicia, por el momento, no hay detenidos, de modo que se presume que no hay suficiente evidencia recolectada para que el caso avance con personas procesadas.