Andrea Godoy es vecina de General Rodríguez y perdió a su hijo Gonzalo, de tan sólo 17 años durante la pandemia en uno de los momentos en los que la cuarentena tenía restricciones para trasladarse entre provincias. Ayer protagonizó un momento de furia y desahogo contra Alberto Fernández en su visita al distrito.
En las últimas horas su situación volvió a llegar a medios nacionales. Su accionar en la jornada de ayer, cuando el presidente de la Nación Alberto Fernández vino a inaugurar junto al intendente Mauro García y otros funcionarios el Espacio de Primera Infancia en el barrio San Enrique, se hizo público y dejó entrever el enojo y el dolor que aún guarda casi dos años después de la pérdida de su hijo.
La Posta Noticias pudo acercarse a conversar con ella unos minutos y repasar lo que fueron esos días de tanta angustia. Desde lo que entendía que en ese entonces pasaba a nivel nacional hasta esta situación de tristeza y dolor que no se van a pesar de lo sucedido en la jornada del miércoles. Por qué lo hizo y lo que siente ahora, entre otros temas que repasó en la charla.
"Soy una ciudadana común y me manifesté en la inauguración del jardín porque me enteré que venía el presidente de la Nación. Explotó mi ser, quizás hice cosas que no debí, rompí reglas que creo que fueron injustas para muchos. Hoy se quedó la prensa afuera, no pudimos preguntar, me hubiese gustado preguntarle sobre lo que vivimos en la pandemia, esa injusticia que nos tocó a todos vivir en muchos casos graves y trágicos. Hoy fui a exponer mi enojo de mala manera quizás", comienza en su relato. Y agrega: "Pensé esto de ir a verlo desde que se hizo público esto (el festejo de cumpleaños de Fabiola Yañez en medio de la cuarentena) durante las restricciones que él mismo había decretado. Me molestó mucho".
Andrea vivió una semana de mucha angustia en agosto de 2020. Su hijo estaba en Tucumán ya que su padre es de allá y compartía la crianza con él, un tiempo en cada provincia. Al llegar la pandemia y la posterior suspensión de clases, el menor había decidido quedarse en aquella provincia. Sin embargo, esa última semana del mes comenzó a tener una complicación intestinal que no pudo superar y terminó con su fallecimiento. "Se enfermó, tuvo una obstrucción intestinal que se complica en el término de 7 días y tuvo varias operaciones. Ya desde la primera cirugía quería viajar y estuve moviendome en los aeropuertos de acá de Buenos Aires buscando quizás algún vuelo de emergencia pero no existía. No había nadie en los aeropuertos", señala.
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En ese momento, explica que "me asesoré con abogados para ver cómo hacer y manejarme en esa situación. Desde la tercera operación, que veía que se complicaba, pensaba cómo ir, me decían desde allá que él iba a mejorar porque es joven y no era grave la intervención pero se complicó todo, entró en terapia y hubo una asepsia, una infección. Me recomendaban que me haga un hisopado para salir con ese papel. Entonces cuando me pararan en los límites de las provincias podría mostrar eso, pero me fui sin el resultado. Hoy quizás está en horas, pero en ese momento no lo entendí".
Andrea salió en un remis a las 16 del viernes 28 de agosto y tuvo un viaje por demás complicado. La pararon en todas las provincias que atravesaba con el vehículo, menciona que en algunos lugares no la dejaban cargar nafta y que era escoltada por efectivos mientras su hijo se debatía entre la vida y la muerte. Con el recuerdo de esa desesperación, expresa que "llegamos hasta Santiago del Estero, justo donde fue el caso conocido de la chiquita que la cargaban en brazos. La policía era muy estricta en ese lugar. Querían que el remisero y yo hagamos cuarentena para cruzar o llegue el hisopado negativo. Ahí me avisan que mi hijo no había resistido y que falleció. Me faltaban 400 kilómetros más o menos. No llegué. Por ahí era el destino, Dios o el universo que tenía que pasar pero no tuvimos el derecho de vernos por última vez, de tocarlo por última vez y de despedirlo menos, no se pudo tampoco. No lo vi más".
No tuvo la posibilidad como madre de volver a verlo ni despedirlo al menos en un cementerio, como le pasó a tantas miles de personas en ese tiempo. Desde ahí parte su dolor pero que comprendió por el contexto que era una enfermedad que ocurría a nivel mundial y no algo de Argentina. Sin embargo, jamás pudo comprender ver a Alberto Fernández festejar junto a su mujer, Fabiola Yañez, un encuentro de cumpleaños del cual hoy se cumplen dos años. "Lo que no entendí fueron los festejos que hizo en ese momento gente del poder, gente con recursos porque más que eso no es. Esto lo arregló la mujer del presidente con un millón de pesos, quedó impune. Estos miles de casos no", dice.
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Sobre lo ocurrido en General Rodríguez, Andrea repasa que "intenté pasar por donde pasaban todos los chicos de la Municipalidad y no pude. Quise entrar con el auto y tampoco. Discutí con un señor de seguridad y no me dejaban, me explicaban. No le dije a nadie mis intenciones, nadie sabía por qué quería entrar. La inauguración del jardín era un evento público que podíamos haber participado todo, algo lindo, pero estaba este señor que debía desahogarme".
Y continúa: "Di la vuelta por donde no me dejaron pasar, ya me iba. Tuve una crisis adentro del auto, me largué a llorar y me decía que no puede ser que esté acá y no pueda hacer nada, maldiciendo al sistema. Que soy un microbio en el mundo. Salgo, doy la vuelta, rodeo al jardín, veo que hay un baldío y que la policía custodiaba la esquina, no el terreno. Entré corriendo por el terreno y llegué al jardín. Estuve dos o tres minutos en frente de la puerta cuando se estaba por ir".
En ese instante, recuerda que no preparó nada ni está muy consciente de lo que dijo en si. "Así como llegué, dije lo que me salió. Creo que le dije ladrón por toda la situación económica que estamos pasando que por ahí no iba, en realidad sí, pero no en ese momento. Fue un desahogo, no hay nadie que te defienda, no hay juicios a estas personas porque son poderosas y no podes hacer nada. Sólo te quedas con el dolor", indicó.
Luego, terminó arrestada sin poder comunicarse con su entorno. "Me sacaron del lugar esposada, estuve más de tres horas esposada. Me llevaron a la comisaría, no sé si me hicieron un acta de identificación, no me dejaron llamar a nadie. Me sacaron el celular y las llaves del auto. Ni mi familia sabía donde estaba, en el trabajo estaban enojados. Yo había dado el número de teléfono para que avisaran pero bueno, no avisaron. Alrededor de 3 horas estuve esposada, en el calabozo y sin comunicación", repasa. Y profundiza: "Pensé que iba a estar todo el día o dos días detenida. No cambiaba nada sobre lo que iba a hacer. Pensé que iba a calmar algo y no cambió nada. Me parece que va por otro lado, quizás demore 40 años hasta que se logren cambios. Desde la educación, la salud, la gente que dirige, desde todos los lugares".
Sobre el final, se toma un momento para pensar y reflexiona que "lo de la pandemia y lo del covid fue mundial, uno en las noticias veía que Bolivia o Paraguay estaban todos iguales. Muchos políticos no sabían qué hacer y los decretos más o menos se parecían. Nos hicieron sentir que la pandemia no existía para algunos, me hicieron dudar de la vacuna, de la veracidad de todo esto. Si era tan mortal, tan grave, hubo festejos en todos lados y sólo fue la gente del poder, los de poder político porque ni los empresarios se juntaban. Los únicos que no hicieron caso a su propia ley".
Con ese dejo de llanto guardado, piensa que "no se arreglaría nada si me llamaran, no. Me parece que deben juzgarlos, alguien que se encargue de eso, no por mí sino por todos. Fue ínfima la pena para lo que hicieron, yo vendía todo lo que tenía para ir a verlo si valía un millón y medio. Pedía préstamos, cualquiera hubiera llegado entonces a despedir a su gente. Podría culpar al sistema pero fueron ellos. Pensé que con esto iba a cambiar, me desahogué pero no me siento mejor. Va por otro lado".
Y concluye, sobre el acompañamiento que recibió desde la Municipalidad en ese entonces: "me llamaron desde el Municipio pero el hisopado estuvo cuando llegué. Creo que por la repercusión que tuvo lo hicieron. Mauro (García) me citó y me dio 30.000 pesos para el remis, justo lo que me salió. En eso no puedo decir nada pero si la injusticia que vivimos".