La trama de secuestros y la disputa narco detrás del crimen de la chanchería de Gral. Rodríguez
El homicidio de Andrés Costa (38), el hombre cuyo cadáver estaba comido por los cerdos en un criadero en el barrio San Carlos, desnudó una serie de violentos episodios relacionados a la disputa por el control narco en General Rodríguez y el oeste del Conurbano.
Desde aquel hallazgo, la investigación judicial fue abriéndose a otros hechos que podrían estar relacionados en el marco de otros conflictos graves en el mundo del hampa que permanecían, hasta el momento, sin conocerse y que tienen el mismo sello mafioso.
Repaso de los hechos hasta aquí
Costa, la víctima, era oriundo de Entre Ríos y trabajaba en la chanchería del barrio San Carlos, aunque tenía antecedentes por infracción a la Ley 23.737 (drogas) y tenencia de documento público falso, al igual que el dueño del criadero Miguel Angel Faure (37), quien además era investigado por un secuestro extorsivo por la Justicia de Mercedes.
Justamente a Faure, que no estaba imputado por el crimen, lo detuvieron hace unas semanas en Ituzaingó cuando la Policía rescató a un hombre que había sido secuestrado por una banda de delincuentes y lo habían llevado a una casa del barrio San Alberto, de esa localidad. Según se supo, lo golpearon y amenazaron para sacarle información sobre otra persona. Los agentes, mediante un aviso de un vecino, llegaron al domicilio y apresaron a los secuestradores, entre los que estaba él.
Pero no es el único detenido relacionado con el homicidio de Costa. El primero fue Diego Ezcurra (28), quien cayó en un allanamiento en el barrio San Bernardo. Y unos días después, cayó Inés Capelli (38) durante un operativo en el barrio Almafuerte donde secuestraron armas enterradas en su domicilio. Los sospechosos quedaron a disposición de la Unidad Funcional de Instrucción N° 1 de Moreno - General Rodríguez pero se negaron a declarar ante el fiscal.
Los secuestros y la disputa por el control territorial del narcotráfico
Hace unos días, se emitió el pedido de captura internacional para Federico Martín Bellavigna (29) cantante de cumbia conocido popularmente como "El Más Ladrón" y que había colaborado en canciones con L-Gante. Su nombre figura en la causa investigada por la UFI N°9 de General Rodríguez como sospechoso del crimen, que se calcula, habría sido un ajuste de cuentas en el marco de una disputa por la venta de drogas en la zona oeste del Conurbano, aunque resta verse si había mayores relaciones con la modalidad de secuestros extorsivos.
El músico está prófugo de la Justicia, pero aún así se las ingenió para dar una entrevista al streamer Elo Podcast y acusar a L-Gante de haberlo mandado a matar con complicidad de la Policía. Detalló que tanto la víctima del crimen, Costa, como el dueño de la chanchería, Faure y el primer detenido, Ezcurra, trabajaban juntos haciendo secuestros extorsivos. Y aseguró que el día que se presentó gente en su casa para matarlo, uno de los agresores había sido un joven llamado Federico Julián Justo (24). Sobre él, además, dijo que lo golpeó a culatazos y luego fue secuestrado. Aseguró que Costa había sido uno de los responsables y que la razón habría sido por algún ajuste de cuentas entre ellos.
Sin embargo, la abuela de Federico Justo contó que su nieto era adicto, que le compraba droga a la madre de Federico Bellavigna (El Más Ladrón) en unas casillas del barrio Raffo y que él, junto a Ezcurra (uno de los detenidos por el crimen de la chanchería) lo habían secuestrado. Dijo que la familia debió pagar un millón de pesos para que lo liberaran, al tiempo que acusó pasividad en el accionar policial. Incluso contó que el joven secuestrado mencionó, mientras estaba cautivo, que tenía miedo de que "lo tiren a los chanchos", lo que hace suponer que lo tuvieron en la chanchería donde después hallaron muerto a Costa.
La principal hipótesis que maneja hoy la Justicia es que el crimen de Costa fue un ajuste de cuentas por las propias personas que componían su grupo, todos conocidos y partícipes del secuestro el miércoles 26 en Ituzaingó y también, en parte, del de Justo. Incluso hay rumores de que hubo otros más, todos muy violentos y hasta se mencionaron otros que terminaron en asesinatos, algo que por el momento no ha podido comprobarse judicialmente. Lo que se dice, es que todo estaría vinculado a la disputa territorial por la venta de drogas y otros delitos.
Ahora resta ver si se puede hallar al partícipe que falta, quien sería el cantante de Cumbia 420 conocido como "El Más Ladrón", quien a nivel local hay muchos vecinos que lo recuerdan por cuestiones delictivas, incluso se sabe de alguna participación en un crimen de hace varios años que aún es difícil de conseguir, dado que en ese época aún se dependía del departamento judicial de Mercedes, pero que lo tenía en libertad esperando una resolución que no llegó.
Rosario siempre estuvo cerca
Mientras tanto, los canales nacionales tocan el tema, visitan la ciudad y se sorprenden que nuestra ciudad lleva al menos 15 años siendo cada vez más asiduamente un territorio de escándalos y crímenes, muy lejos de aquella figura histórica de la lechería y el "buen aire", para tristeza del pueblo y mucho más cerca de lo que son otras zonas calientes del Conurbano, una zona que cada vez más se va pareciendo a una "pequeña Rosario" (y no por los cafés notables), a las luces de la incompetencia, pasividad, connivencia o subordinación de distintas autoridades que no pueden, no saben o no quieren tomar el toro por las astas y especialmente, no disponen los recursos policiales o judiciales para la altura de las circunstancias.
Cada vez que salen datos o declaraciones sobre este crimen, pareciera develar un entramado que se mantenía oculto a nivel popular, lo cual aleja a la comunidad de la confianza en la justicia y la política. Parece que en esta ciudad, para saber que ocurren secuestros extorsivos y peleas de bandas de narcotraficantes, hace falta que lo cuenten los protagonistas, de otro modo, todo queda en silencio.
La chanchería abrió de casualidad una puerta para que toda la comunidad se entere de más de un chiquero. Pero recuerde, la culpa, nunca fue del chancho...