Un año sin Hugo Monasterio, el profesor que pagó con su vida las falencias de la Justicia
Tenía 66 años y una trayectoria muy reconocida en distintas escuelas de la ciudad. Tuvo la desgracia de cruzarse en el camino de un violento delincuente que lo atacó de manera brutal para robarle.
Hugo Monasterio falleció en una cama del Hospital Vicente López en la madrugada del 1 de enero del 2022, luego de pasar 39 días internado por haber sido baleado por feroces delincuentes que lo asaltaron en su casa del barrio La Posta y que esa misma noche balearon a otros dos vecinos en el mismo barrio. Docente muy querido en General Rodríguez, tenía años y para su familia, desde aquel día, la fecha de Año Nuevo tiene otra connotación.
La historia de Hugo puede ser, sin dudas, la de muchos argentinos que padecen las falencias de la Justicia. Después de aquella noche del 22 de noviembre en la que dos ladrones irrumpieron en su casa de la calle Firpo y le dispararon en el brazo y el abdomen para robarle, él llegó a decir mientras lo llevaban al hospital que había reconocido a uno de los sujetos que lo atacó: lo había asaltado tres meses antes.
Martín, su hijo, había contado a La Posta que "mi viejo se había olvidado de poner candado a la reja y el pibe la abrió, pateó la puerta y entró. Estaba armado y lo amenazó de muerte, se llevó el celular y algo de efectivo que tenía mi papá en la mano. Ese día le vio un tatuaje en la mano y fue por eso que lo reconoció la segunda vez. Con ese dato, se lo aportamos a la Policía y por eso se lo identificó rápido y se lo detuvo".
Así, cuatro días después, capturaron a un ladrón de 18 años llamado Daniel Alessandro Muñoz, en un domicilio de la calle Florida al 1500 en Altos del Oeste. "Ese chorro tendría que haber estado preso. Por el primer robo a mi papá estuvo unos meses preso y le dieron libertad condicional, sin pulsera. Tenía que presentarse y firmar. Cuando le disparó a mi viejo hacía unos días que lo habían liberado", había comentado indignado Martín.
Quién era Hugo Monasterio
Hugo era docente de 6° y 7° año de la Escuela Javier Tapié y también enseñaba a chicos de 6° de la Escuela Media N° 1. Sus décadas de trayectoria lo habían vuelto alguien muy respetado pero también muy querido por la comunidad educativa.
Colegas suyos, que trabajaron con él en esos establecimientos, han llegado a pasar varias madrugadas en el Hospital Vicente López, atentos a alguna novedad sobre su situación de salud.
Su fallecimiento causó no sólo el dolor de una pérdida irreparable para sus familiares, amigos y allegados, sino la conmoción de la forma brutal en la que le arrancaron la vida.