Cómo evoluciona la joven que chocó contra una camioneta en el centro de la ciudad
Se trata de Ludmina Trevisani, quien en la tarde del viernes 30 de diciembre impactó con su moto contra el vehículo en el cruce de Int. Manny y Guillermón.
La situación conmocionó a todos los que estaban presentes del lugar. Es que esta joven de 22 años terminó con varios golpes tirada en el pavimento y muy dolorida. A bordo de su moto, chocó contra una camioneta. Recibió una primera atención allí y luego fue derivada al Hospital Vicente López para una mejor recuperación.
En diálogo con La Posta Noticias, su papá Adrián señaló sobre su estado de salud que "ella tiene una fractura de clavícula, un corte en el ojo derecho cerca de la frente y un golpe fuerte en la rodilla. Tiene que esperar dos semanas con el yeso para ver si se le suelda bien y sino deberá operarse la clavícula".
Y agregó que "la asistieron hasta las 22.30 del viernes en el hospital y luego ya vino para casa, no se acuerda de todo por el golpe que tuvo en la cabeza. Ella fue a saludar unos compañeros, a tres cuadras iba a la estación de servicio para usar el baño. No se acuerda si llegó a ir al baño o si salió del lugar".
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Por último, sobre lo sucedido, Adrián reflexionó: "Tiene una Zanella 125cc que apenas tocás, acelera y habrá querido frenar y aceleró más e impactó contra la camioneta. Yo quiero agradecerle a la gente que la asistió en el lugar, a quienes la atendieron en el hospital y a los chicos de la camioneta también, pedirles disculpas por el momento que pasaron. Ella tuvo una imprudencia, creyó que como eran tres cuadras no se puso el casco, pero no hubiese pasado esto. No estuvo bien".
En un comienzo, los primeros reportes de los que dieron aviso de la situación, pasaron la versión de que "había sido atropellada", pero tras poder dar con más información y con los contactos directos, se confirmó que no era así.
Afortunadamente y como debe ser, la familia de la víctima comentó la situación y además hizo su reflexión, pero lo relevante de estos hechos, es hacerla entre todos, ya que los errores de conducción, siempre y cuando no sean groseros o temerarios, pueden ser parte de cualquiera de los vecinos y a menudo sólo la suerte determina que una imprudencia se vuelva un siniestro. La sociedad que tenemos, por cuestiones culturales suele fijarse más en la fijación de culpas que en la necesidad de la reflexión colectiva que sirva para evitar el siguiente siniestro y esto corre el foco de la solución del problema, colocando el mismo por fuera del dominio de quien lo interpreta.