Sociedad 21 AGO 2023

Cómo es la vida de Anita, la nena rodriguense prodigio que deslumbra con el piano a los 12 años

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Ana Paula Rodríguez Nuñez, de tan solo 12 años, se hizo viral por su talento tocando el piano en el programa radial de Jorge Lanata. Su historia y sus sueños, en el seno de una familia que quiere verla llegar a donde ella desee, sin "techos".

En el despejado living, que se convertirá en un estudio musical, destaca un piano que solo Anita toca. A primera vista, parece frágil y reservada, pero esa impresión se desvanece cuando se sienta frente al piano sin partitura y comienza a interpretar piezas de Beethoven, Mozart, Chopin, Schumann y Piazzolla. La pequeña se transforma frente a las imponentes teclas blancas y negras.

El caso de Anita es, sin dudas, extraordinario. Posee un talento excepcional para la música, una frescura y naturalidad únicas, una sensibilidad extrema y una pasión desbordante por el piano. Hace menos de tres años, nunca había tocado este instrumento, pero llamó la atención de sus padres cuando improvisó un piano con una caja de cartón y dibujó las teclas. "La veíamos jugar todos los días, ponía música de fondo o cantaba y hacía mímica como si estuviera tocando el piano", cuentan orgullosos Diego y Noelia a Clarín.

Esta escena se repitió durante varios meses en 2020, hasta que sus padres, él chofer y ella maestra de lengua, decidieron regalarle un teclado para su cumpleaños y fomentar su pasión. "A los quince días, ya tocaba 'Canon' de Pachelbel y 'Para Elisa' de Beethoven. Sinceramente, no nos imaginábamos esto, pero supusimos que con el teclado estaría más que satisfecha", sonríen sus padres, quienes aseguran que nadie en la familia tiene relación con la música.

Anita juega con su hermanito Fidel y se ríen, pero todos están atentos. "El piano es lo más hermoso que existe. Su sonido es maravilloso, no es estridente como el violín o la guitarra, que no me atraen. En cambio, el piano es para abrazar", dice la niña con una expresividad irresistible. Diego se acerca al piano y toca algunas teclas al azar. Ana no mira, pero su oído absoluto le permite identificar cada nota con precisión. Es un juego que practican de vez en cuando y que siempre sorprende a los adultos.

Fidel le susurra algo al oído de su hermana. "¿Por qué no le haces alguna pregunta a mi hermano?", dice entre risas. Ana se levanta, coloca a su elefantito Innominato, su peluche inseparable, en la parte superior del piano y, coqueta, acomoda su hermoso vestido vintage, estira sus medias blancas y retoca sus impecables zapatos negros. Todo lo hace con una sonrisa que irradia alegría.

Ana Victoria Chaves, pianista y profesora especializada en niños, da clases semanales a Anita y no duda en describirla como "excepcional". "Alumnos como ella aparecen muy raramente. Es un talento natural. Su inteligencia musical, su calidez y sensibilidad extrema, su pasión por el piano y su imaginación para componer despiertan asombro y misterio. Nada la hace más feliz que tocar el piano y tiene un insaciable deseo de aprender", afirma.

Anita es una esponja que absorbe cada aprendizaje. "Disfruta al tocar y al descubrir las posibilidades y límites del piano", agrega Chaves. "Su curiosidad la ha llevado a escuchar e investigar incluso a pianistas de otras épocas, algo muy inusual. Además, prefiere sus interpretaciones en muchos casos. Su innato buen gusto musical en este sentido también es muy llamativo". Para la profesora, es uno de sus desafíos más gratificantes.

El sueño de Anita, la pequeña pianista prodigio de General Rodríguez

"Siente placer al tocar y al descubrir sus posibilidades y explorar sus límites. Su curiosidad la ha llevado a escuchar e investigar incluso a pianistas de otras épocas, cosa muy inusual también... y a preferir sus versiones, en muchos casos. Su buen gusto musical innato en este sentido es también muy llamativo", la describe la docente, Chaves. Anita es una esponja que absorbe hasta el más mínimo aprendizaje, aunque más allá de su talento, no pierde su capacidad lúdica: disfruta jugar con sus juguetes, su peluche Innonimato y con su hermano. Se cuelga de una tela que baja del techo y se hamaca allí.

No tiene celular y sabe que hasta los 17 no lo tendrá "como me dijeron mis padres, porque me distraería mucho", tampoco se interesa por las redes sociales y no tiene una cuenta de Instagram. No dramatiza, tampoco cree que se está perdiendo algo crucial. Tiene otras inquietudes como la leer y tener actividades creativas para una nena de su edad. Muestra el libro "Vamos a calentar el sol", de Vasconcelos, que le gusta mucho y explica "Antonia, una sinfonía", una película que vio en Netflix sobre la primera directora de orquesta llamada Antonia Brico.

 

La creatividad de Anita

A partir de su hábito por dibujar y pintar, creó una historieta ¿autobiográfica? llamada "Felicitas", que hace foco "en una nena chistosa, buenísima, seria e inteligente", describió.

La serie"Anna con E", la atrapó también: cuenta sobre una chica huérfana y con un vestuario muy personal, old-fashioned, que Anita emula imprimiéndole una impronta, todavía más personal.

No va a la escuela, hace homeschooling, estudia inglés y armonía y composición musical. Dijo que se frustraba cuando no aprendía en la escuela y, además, que el ruido ambiente del aula, por su extrema sensibilidad, la perjudicaba. En este nido de General Rodríguez pasa entre cuatro y cinco horas diarias en el piano estudiando y creando. "A ver si te gusta", propone más envalentonada y toca dos fragmentos hechos en casa: "Butterfly" y "La nieve rusa". 

"Compongo música porque me aparecen en mi cabeza algunas ideas, escucho la música que aparece en mis pensamientos... O a veces aparecen imágenes que se hacen música en mis sueños, como me pasó con 'La nieve rusa'. En esa canción le agrego un pasaje de 'Adiós Nonino'. Yo hago mis propios arreglos, improviso", señaló mientras sonreía. 

Luego de tener su primer teclado, los padres le compraron un piano eléctrico. "En tres meses aprendió 'La marcha turca', de Mozart, sin maestro ni partitura... solita. Es una pieza que recién se conoce en cuarto año del conservatorio", recordó su mamá Noelia.

La oportunidad de perfeccionarse, de la mano de los mejores

Sebastián Colombo, pianista argentino que vive en Bélgica, vio ese video en el que la niña interpreta un segmento de Mozart y de la nada se ofreció a hacerse cargo de su aprendizaje musical. "Nos sugirió comprarle un piano vertical, porque el que tenía ya le estaba quedando corto para su progreso a pasos agigantados", remarcó Diego, el papá. Vendieron los teclados que tenían, más algunos ahorros juntados y llegaron a una casa de pianos en la que su dueño, Leonel, les preguntó para quién era el piano. "Para mí", dijo una Anita entusiasta, que a la distancia pispeaba los diferentes modelos.

"A ver, sentate por favor y tocate algo", la invitó Leonel. La chica interpretó "Libertango", de Piazzolla, y dejó boquiabierto al dueño del local. Después empalmó con "Claro de luna", de Debussy y ahí Leonel no tuvo medias tintas: "Le voy a regalar el piano, esta chica tiene tremendo potencial". Nadie podía creer lo que estaba pasando dentro del local. Los padres se negaban, querían pagar, pero no hubo caso. "Hasta nos mandó un piano marca  Zimmermann, pero antes lo hizo afinar".

La pequeña rodriguense tuvo más de un año ese instrumento acústico que "exprimió hasta secarlo. Pobrecito, ya no daba más", repasan sus padres mientras Anita toca y Fidel canta el Himno Nacional con un talento conmovedor. El niño también asoma con cualidades que destacan.

El nivel de Anita superaba el poder de asombro de sus padres. Un video de la geniecilla se viralizó en las redes y llamó la atención del intendente de General Rodríguez y de una diputada, que derivaron a los Rodríguez Núñez con el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, para ver cómo conseguir otro piano. Y así, Anita tuvo un piano mejor "hasta que podamos llegar al de cola, que cuesta unos 7 millones de pesos, y que es el que debe tocar por lo que dicen los especialistas. Tenemos un subsidio importante del área de Cultura, además de otras colaboraciones bancarias, de fundaciones religiosas y, también, generosidad de particulares".

Ana Paula se hizo conocida en junio, cuando sorprendió tocando en el programa de Jorge Lanata en Radio Mitre. Y tuvo uno de los momentos más importantes de su vida artística cuando conoció a Martha Argerich en un camarín del Teatro Colón, donde la gran artista le firmó una dedicatoria.

"Yo quiero ser una pianista profesional y compositora, y una vez que me especialice deseo llegar a ser directora de orquesta, como Antonia (Brico), a quien le costó muchísimo", dijo Anita, preparándose para sus clases de natación e inglés. Con sólo 12 años, en la humilde casa de General Rodríguez, pareciera que emerge un talento de esos que darán que hablar. Hoy, sus cualidades aún son para un público reducido y cálido: su familia.