El horror en primera persona de un paciente de "Inquebrantables": "nos pegaban por placer"
Una de las víctimas de las tétricas condiciones en que vivían los internados de la comunidad terapéutica de "Inquebrantables" en su sede del barrio San Martín fue David Baeza (27). En una charla a fondo y sin tapujos con Contame La Posta reveló todas las humillaciones que padecían.
Tras denuncias sobre reducción a la servidumbre y maltratos de toda índole, el gran operativo de la Policía Federal junto al equipo de Rescate de Trata de Personas de la Provincia de Buenos Aires, la Justicia de Moreno-Gral. Rodríguez y el Servicio Local municipal, dio como resultado tres allanamientos en comunidades terapéuticas: una en las calles 2 de abril y Demaestri del casco céntrico, otra en Ruta 24 N.º 185 (en la zona del cruce Las Latas) y la tercera en Avenida del Libertador al 1100 (barrio San Martín).
En ese sentido, se supo que en estos establecimientos (los tres denominados "Inquebrantables") había todo tipo de vejaciones hacia los internados, algunos de ellos menores de edad, que no cumplían con lo que les indicaban las autoridades o que incluso quizás pretendían irse.
Uno de esos pacientes era David Baeza, de 27 años, quien se encontraba internado en Inquebrantables I del barrio San Martín, y brindó su testimonio en la última edición de Contame La Posta. "Yo no sabía dónde estaba ubicado el lugar porque cuando me llevaron, me taparon la cabeza, me esposaron y ese primer día ya me arrancaron a dar piñas en las costillas y me gritaban. Yo pensaba '¿adónde voy?'", fue lo primero que dijo.
"La primera semana te reciben muy bien, después van cambiando las cosas. Yo me di cuenta en la primera semana, y apenas me di cuenta, me quise escapar. Pero tuve la mala suerte que me enganché en el portón y me agarraron. Ahí se me vino el mundo abajo del maltrato, hubo piña tras piña, ducha fría, hubo días que me ponían a mirar contra la pared hasta las 2 o 3 de la mañana, casi una semana estuve así. Después me doparon hasta que llega un punto en que empecé a ver blanco y eran los doctores que decían que estaba entrando en un estado depresivo", aseguró.
"Muchos hermanos ya comentaban las cosas que pasaban y se veían cosas raras", señaló respecto a cómo se empezó a dar cuenta que no iba a estar a salvo en el lugar: "nos hacían más trabajar que dar recuperación. Sí, había psicólogos y doctores. Pero vos les contabas que te hacían algo y te medicaban automáticamente. 'Vos hablás y te medicamos', eso me decía Emanuel, que era el operador y el cabecilla de todas las maldades que hizo en esa comunidad".
"Yo empecé a hacer cosas para ganarme la confianza de ellos y que me den la visita solo, y ni bien me dieron la visita, le conté todo a mi mamá. Pero yo salí explotado de ese lugar, vos no podías negarte a ahogar o te lo hacían a vos. Imaginate qué recuperación iba a tener...", confesó con absoluta sinceridad.
El muchacho oriundo de Pilar, quien estuvo más de 6 meses en la comunidad terapéutica, agregó que "obviamente que los familiares afuera ya sospechaban. Mi mamá siempre me veía con moretones, me controlaba, me preguntaba y yo no podía hablar. Ni bien le conté me sacaron en ese momento gracias a Dios, porque ellos manipulaban tan bien a nuestra familia que no sabías qué camino agarrar, o te escapabas o no tenías otra salida".
-¿Pudiste hablar con alguno de los que estaban ahí, ya estando afuera?
-Sí, nosotros somos como un grupo. Nos duró casi un año hacer esto para los allanamientos, y te lo digo acá y no tengo por qué esconderme, porque miles de hermanos pusimos la cara para que realmente se haga justicia. Lo que nosotros vivimos te da mucha impotencia, mucha bronca, y hace casi un año que salí.
-¿Vos fuiste personalmente a radicar la denuncia?
-Exactamente. Fuimos como ocho hermanos y nos hacían la declaración vía videollamada, y gracias a Dios se dio.
El joven añadió que Guillermo, el dueño, "estuvo preso 9 años. Cuando nosotros empezamos a hacer lo que es la denuncia, en la Justicia ya nos decían que hay mucha plata de por medio y hay cosas que están tapando la figura de Guillermo. Esa persona me decía que no podía creer cómo Guillermo está en la calle con los antecedentes que tiene".
No obstante, indicó que dentro de la comunidad "nadie hablaba de Guillermo porque al que lo hacían, le pegaban. Y a mí el último que me pegó fue Emanuel, que era el que encabezaba todas las maldades. Pero te pegaban por placer los operadores, por más que hacían lo que les decían desde arriba".
Leé también: El horror detrás de los centros de rehabilitación de adicciones allanados por Policía Federal en General Rodríguez
"Por eso cuando quisimos salir a lo último, que nos quisieron sacar nuestras familias, ellos buscaban las mil maneras de que no saliéramos porque sabían que en algún momento íbamos a hablar", aclaró para luego sumar que "a nosotros nos tenían más encerrados que afuera. No veíamos casi nada. Y las tareas que nos hacían hacer nunca fueron parte del tratamiento".
Es así que Baeza aprovechó a salir "apenas tuve la oportunidad. Ni bien salí, en ese entonces, a un hermano que era de San Luis ya lo estaban por matar. Me comuniqué con la familia y no me creían, hasta que lo llevaron al hospital de Rodríguez y por milagro no murió".
-¿Conocés casos de gente que se haya escapado del lugar en mal estado y que hayan desaparecido o cosas por el estilo?
-Hubo muchos que se escaparon y después no sabían más de ellos. Pero sí hubo otros que se escaparon y los traían. A los que los traían, no te das una idea cómo era la semana de ese interno. Los hacían hacer de todo durante todo el día.
-¿Y cómo era el alimento?
-Como te contaba la otra mamá (NdeR: Elsa Gómez, también entrevistada en Contame La Posta). Llegó un momento donde nos cagábamos de hambre, pedíamos y no nos daban. Había todo comida cruda, era un asco. No traían comida en buen estado y después si traían mucho lo querían hacer durar mucho tiempo. Si había visitas, de las visitas recaudaban todo lo que eran empanadas, milanesas, y eso lo cortaban y lo mezclaban con fideos para estirarlo.
"En un momento vivíamos de polenta con agua, eso te infla, y cuando salimos y empezamos a comer bien, eso te deshincha, quedás como corresponde. Estando ahí para los ojos de los familiares te hacen eso, te dan mucha polenta con agua, te inflan bien y les dicen que ya estás re bien", refirió sobre los trastornos en la salud que también le conllevó una mala alimentación.
Para el joven, "fue la primera experiencia en una comunidad de recuperación de adicciones", pero sí "escuchaba mucho que se hablaba de la otra comunidad Valientes, gran parte venía de ahí. Y los que venían de Valientes, ya venían directamente para ser mayor. No venían para subir de escala, sino que venían para liderar y tenían beneficios. Porque mucha de esa gente tenía orden de captura por robo, otros con antecedentes, y tenían beneficios como cigarrillos, salidas afuera, y no tenían mucho para elegir".
No es un dato menor que vecinos cercanos a estas comunidades hayan asegurado que, a partir de su establecimiento, aumentaron los robos en su zona. Consultado por esto, David consideró que "había muchas cosas de por medio que pasaban, con eso ya te digo todo. Había como un grupo especial dedicado a eso que comentaban y se organizaban como para hacer algunas cosas afuera", y hasta dejó entrever que "nunca vi que hayan ingresado droga, pero varias veces lo vi llegar al señor Guillermo con los ojos súper colorados. Uno de haber estado en consumo reconoce muchas cosas".
En el último tramo de la entrevista por el streaming de La Posta Noticias, el joven reconoció que "estuve consumiendo cocaína por poco tiempo, fueron tres meses, pero era consumo de todos los días. Era una vida bastante mala, y cuando me llevaron para recuperación no me dieron nada", por eso sentenció: "salí con un odio de ahí... salí dejando todo en manos de Dios y buscando una solución porque realmente la familia paga para una recuperación. Pero a nosotros de recuperación no nos dieron nada más que torturas y hacer cosas para ellos. Es un calvario vivir un día en ese lugar, no te das una idea, porque después de esto tenemos que ir al psicólogo. La fiscalía de Rodríguez nos recomendó que tengamos psicólogos lo más pronto que sea".
Para finalizar, mencionó que "uno de mis hermanos en la comunidad, que se llama Juan Domingo Estrada y es de San Luis, estuvo al borde de la muerte. Yo con ese hermano me llevaba muy bien y es más, lo quiero un montón. En un momento se juntaron en el quincho y le pegaron mucho, después lo doparon y no reconocía nada, hasta se cagaba encima y no se daba cuenta. Yo fui testigo de eso, lo limpié y todo. Una vez en Inquebrantables 1 le tiraron con agua podrida en la cara, pero le prometí que cuando saliera iba a mover cielo y tierra para sacarlo. Estaba tan flaco que parecía que estaba en consumo. Imaginate cómo arruinaron a un paciente de ahí que fue para recuperarse".