Dos investigadoras del Conicet informaron que un porcentaje de mosquitos transmisores del dengue tuvieron una modificación genética y se volvieron resistentes a los repelentes comunes.
Laura Harburguer y Paula González, investigadoras del Conicet y autoras principales de la investigación, en conjunto con el Cipein, la Universidad Nacional de Salta, la Fundación Mundo Sano y el Instituto Oswaldo Cruz de Brasil; demostraron que los insectos ubicados en el norte argentino tuvieron una mutación genética que les otorgó la capacidad de resistir ciertos químicos que se encuentran en los insecticidas para combatirlos.
El estudio se realizó sobre una de las especies del Aedes Aegypti, que es el mosquito transmisor de la enfermedad del Dengue.
Con el objetivo de crear mejores estrategias sanitarias para evitar su reproducción durante el verano 2024-2025, Harburguer y González, tras varias pruebas, descubrieron que existe una alternativa eficaz para controlar al transmisor. El problema es que el compuesto químico que se necesita todavía no está aprobado en argentina, a pesar de que se utiliza en otros países e incluso está recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De acuerdo a lo explicado, para controlar la población de mosquitos transmisores del dengue, lo que se necesitará es un compuesto denominado pirimifosmetil, ya que, el insecticida habitual compuesto por permetrina, no generará un descenso en su población.
“Lo que hallamos en este estudio es que cuatro poblaciones de Aedes aegypti del norte argentino (Orán y Tartagal en Salta, Clorinda en Formosa y Puerto Iguazú en Misiones) eran hasta 10 veces más resistentes que una población normal a un determinado tipo de insecticidas que se utiliza hoy en día en las campañas de control”, indicó Laura Harburguer.
“Encontramos que hay una mutación en el sitio de acción de estos insecticidas que hasta ahora no había sido registrada en Argentina, aunque sí en otros países como Brasil y México. La presencia de esta mutación nueva con otras dos mutaciones ya existentes en nuestro país hace que estos mosquitos sean altamente resistentes”, agregó.
“Necesitamos que haya alguna empresa interesada en fabricar este producto y que presente los estudios de eficacia y toxicidad ante la ANMAT para su aprobación. Sin embargo, al ser un proceso largo y costoso que no deja grandes réditos económicos, muchas veces no están dispuestas a invertir en salud pública porque el mercado es muy pequeño. Entonces, es muy difícil captar el interés para que desarrollen un nuevo producto”, cerró la investigadora.
Fuente: El Destape