Ocurrió en la noche del martes 4 de febrero en una vivienda de las calles Tucumán y Córdoba. Allí, dos delincuentes sorprendieron a un grupo de jóvenes hermanos y uno de ellos aprovechó para abusar de una adolescente.
Todo sucedió alrededor de las 20.20. En la casa se encontraban Ludmila, de 18 años, junto a su hijo de 1 año y su amiga de 17, en otro sector de la vivienda se encontraba su hermana de 14 y en una habitación sus otros hermanos varones de 20, 15 y 11 años de edad. Ella estaba limpiando la casa a la espera de la llegada de su madre, con la puerta abierta por el calor.
En ese escenario, la chica se encontraba tomando un juguete para jugar con su hijo cuando fue sorprendida por dos sujetos que entraron intempestivamente. Uno de ellos la sujetó por detrás y le apoyó un arma de fuego diciéndole "dame todo, dónde está la plata, quedate tranquila, que si hacés lo que te decimos no te vamos a hacer nada".
La revisó en sus prendas de vestir y luego la manoseó en sus partes íntimas. Después la obligó a tirarse al piso mientras le exigía que le dijera donde había dinero en la casa. Su hermana de 14 años, que había ido a buscar un cargador de celular a otro sector de la vivienda, al volver vio lo que pasaba y corrió hacia la habitación de sus hermanos casi en llanto, asustada.
Los ladrones la persiguieron, pero inmediatamente, al ver que salían los hermanos de la pieza para intervenir, huyeron corriendo y saltaron las rejas de su propiedad. Se llevaron el teléfono celular de Ludmila y de su amiga, pero dejaron en el patio una gorra tipo visera de color negra y en el suelo quedaron cinco municiones. "Entraron en silencio y nos agarraron desprevenidas. Queremos que se sepa para que no le pase a otras chicas ni suceda algo peor", dijo una de las hermanas menores, de 14 años.
En su denuncia, Ludmila aseguró que los sujetos tenían los rostros cubiertos, pero que uno era robusto, de 1,70 metros de estatura, y el otro era delgado y tenía el brazo izquierdo tatuado.